Es indiscutible que la UCM necesitaba urgentemente un Plan de Igualdad. Llevamos años de retraso desde la aprobación de la Ley para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres y hasta hace dos meses éramos de las pocas universidades españolas sin un plan de igualdad, a pesar de que somos una de las universidades pioneras en contar con actuaciones de género.

El Plan de Igualdad que se sometió a la aprobación del Consejo de Gobierno en los límites de la actual legislatura lamentablemente no cumplía los requisitos mínimos que consideramos necesarios para otorgarle nuestra confianza. Entre otras cuestiones, me gustaría destacar los siguientes argumentos que se pusieron de manifiesto en dicho Consejo por personas de mi máxima confianza:

  • Se trata de un plan generalista que apenas cubre los mínimos legales y que incluye sólo acciones generales que no se plasman en indicadores que concreten alguno de sus puntos.
  • No está dotado económicamente y en ningún momento se nos ha informado si se pretende asignarle parte del presupuesto de la Unidad de Igualdad para 2015, que es de 165.000€.
  • Es un plan de declaración de intenciones más que un plan de actuación. Está plagado de verbos inconcretos que no suponen ningún compromiso (por ej.: “se procurará”, “se fomentará”, etc.)
  • Se habla de que el plan estará vigente durante el período 2015-2017, pero no hay una temporalización de las acciones previstas.
  • Tampoco se especifica quién se encargará de la evaluación y seguimiento del plan.
  • Es un plan centralista: se contempla la creación de una Comisión de Igualdad para toda la UCM, lo cual es claramente insuficiente para el tamaño de nuestra universidad. Aunque se menciona la figura de los representantes de igualdad en los centros, no se especifica quiénes serán, ni qué funciones deberán cumplir.
  • No se ha consultado ni con la Defensora del Universitario ni con el profesorado experto en temas de igualdad de género, ni se ha propiciado un proceso participativo previo a su aprobación.

Con respecto al Protocolo de Acoso Sexual, que se presentó al Consejo de Gobierno a título informativo en la misma sesión, formulamos una serie de objeciones que en gran parte coinciden con las planteadas al Plan de Igualdad (llega muy tarde, redacción poco concreta, sin recursos asignados), pero también pusimos de relieve otros problemas más específicos:

  • Es un plan que reproduce textualmente las leyes, pero que adolece de aspectos muy importantes presentes en otros protocolos de acoso de universidades de reconocido prestigio, como una definición clara de lo que se entiende por acoso sexual, de los distintos tipos de acoso, etc. En definitiva, entendemos que un protocolo de estas características debe también cumplir una labor pedagógica.
  • El procedimiento previsto para denunciar y gestionar los casos de acoso es largo y burocrático (contiene seis pasos distintos), lo que previsiblemente tendrá un efecto disuasorio sobre las víctimas.
  • No contempla medidas sancionadoras, lo cual es fundamental.

Por todo ello, y con una profunda desazón porque se ha perdido una oportunidad para contar con un Plan de Igualdad y con un Protocolo de Acoso Sexual modélicos que fueran referentes en nuestro país, 19 miembros del Consejo de Gobierno decidieron abstenerse o votar en contra (fue aprobado con sólo 24 votos a favor entre los que estaba lógicamente todo el equipo rectoral).

Lamentablemente, tenemos la sensación de que el Plan de Igualdad aprobado el pasado 24 de febrero corre el peligro de convertirse en “papel mojado” o en un mero formalismo presentado a toda prisa con intenciones meramente cosméticas y electoralistas.

Pueden consultarse las intervenciones de la profesora Finkel y Román en Consejo de Gobierno en los siguientes enlaces: 

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